Recuerdo las Navidades de mi infancia sin demasiada añoranza.Nunca me parecieron nada extraordinario.Muchas personas creen que ahora las Navidades son mucho mejor que las de los años cincuenta o sesenta y en apariencia, luces, y parafernalia des de luego que lo son. pero en lo fundamental yo personalmente lo dudo. Intentare explicar el motivo de mis dudas….
En mi infancia todos niños estábamos bien aleccionados y sabíamos que se celebraba el nacimiento del niño Jesús.Pero para la mayoría de nosotros lo verdaderamente importante era la cena de noche buena…….El menú no variaba casi nunca, siempre corría a cargo de El hermoso Gallo que mi madre cuidaba con esmero durante varios meses pensando en la cena navideña “pobre pollo”
El día 24 por la mañana “sultán” des aparecía del corral, y todos los pequeños sabíamos que al día siguiente “Sultán” no nos despertaría con su canto altivo y arrogante pero tan entrañable para nosotros…Nunca le vi. Morir. Mi madre tenia buen cuidado de que los pequeños no viéramos como descuartizaba a aquel hermoso animal que durante meses fue como un amigo con el que compartíamos parte de nuestra merienda. El comía las migas de nuestro bocadillo y las pieles de las manzanas: merienda habitual de la época.
Durante todo el día los más pequeños íbamos superando la pena por la desaparición de “Sultán” con resignación. Pero la pena duraba solamente asta la hora de la cena. Cuando mi madre colocaba la bandeja en cima de la mesa, nuestros estómagos faltos de tales majares durante todo el año nos impulsaban a lanzarnos sobre sus muslos como verdaderos caníbales.
¡Que le vamos hacer! Son las miserias y contradicciones del ser humanó
Había un detalle mucho más agradable que el de “Sultán”, el turrón de guirlache que mi madre nos preparaba para postre y que tanto me gusta. Por la mañana los más pequeños nos encargábamos de partir y limpiar las almendras que con aquel arte culinario que tienen todas las madre se convertiría en el mejor postre del mundo.Creo que es uno de los recuerdo más nostálgicos y gratos de mis Navidades infantiles.
Alguna vez he intentado reproducir aquella sensación de calida intimidad en mis hijos elaborando a aquel guirlache de mi infancia, (único lujo que nos era permitido por entonces) ¿no se si lo habré conseguido?, porque los tiempos y las circunstancias son distintos.
Durante todo el año, y por cualquier nimiedad, los vecinos, en casa, en la escuela, en cualquier sitio, te recordaban que tenías que ser buena para que los Reyes se acordaran de ti. Y yo lo era, ¡les juro que lo era! era obediente y no daba demasiados problemas. Pues ni por esas: los Reyes nunca se acordaban de mí.
¡Pero que les había echo yo! ¡Que barbaridad! ¡Aquello no podía ser normal!
El día 6 por la mañana todos los niños “Buenos” bajaban a la calle luciendo sus juguetes nuevos, y los “Malos” que siempre solíamos ser los mismos también, pero sin juguetes. Naturalmente los “Malos” mirábamos a los “Buenos” con algo de rencor y con la sensación de que hacían trampa.Pero en nuestra infinita inocencia sintiéndonos cada vez mas “malos”.
Debió de ser por eso que cuando crecí me hice republicana (supongo que para fastidiar a los Reyes): ya estaba bien de tanta discriminación ¿no os parece?
La pregunta es ¿a cambiado la Navidad? ¿Es mejor ahora que antes?: creo que la diferencia esta solamente en las formas. La Navidad desde donde yo recuerdo, a sido y sigue siendo una fiesta por y para los “Buenos”, propiciando que el “Bueno” se sienta mucho mas” Bueno” y el “Malo” mucho peor. Por eso a mí, personalmente no me gustan estas fiestas.Ya se que decir esto no es políticamente correcto, casi nadie se atreve ha mostrar sus verdaderos sentimientos a este respecto.Pero es lo que yo siento, Cada año, cuando los grandes almacenes encienden las luces invitando al consumo, y la televisión llena nuestras casas de maravillosos regalos, nos enseña las mesas de diseño llenas de exquisitas bajillas, nos habla del precio de las angulas, ( que dicho sea de paso, no se quien se las pude permitir) ( supongo que los buenos como siempre) nos bombardean con mil marcas dé colonia (todas ellas carismas) un sin fin de juguetes mecanizados que llenaran las casas de nuestros niños “Buenos”. Yo pobre niña “Mala”, Me voy sumiendo año tras año en una melancolía estacional, que no se me ba hasta el ocho de enero. Pienso en todos los “Malos” del Mundo que no disponen de esas. Maravillosas mesas tan llenas de todas esas estupendas bajillas, y lo que es peor a veces no tienen ni un techo donde poner la mesa, ni familia para sentar en ella. En entre otras cosas por que están solos o tienen sus familias a miles de kilómetros…..
Y pregunto: ¿Ha cambiado tanto la Navidad?……
Fina de Vilassar
1 comentari:
Felicitats per el relat de “la Navidad” tel mereixes, jo m’he sentit molt, però que molt, identificada doncs a casa meva també tenien un gall i és el que ens menjàvem per Nadal i els xiquets no ho sabíem.
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